A partir de junio 2017, TotalEnergies en Bolivia trabajó en 8 comunidades guaraníes con una estrategia piloto basada en la participación comunitaria.
El Chagas es una enfermedad endémica en varias regiones del país y es transmitida por la vinchuca. Una de las zonas más afectadas es el Chaco cruceño. La precariedad de las viviendas favorece la proliferación del vector, por lo cual es necesario aplicar estrategias integrales para combatirlo.
El programa impulsado por TotalEnergies en alianza con la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Instituto para la Investigación del Desarrollo de Francia (IRD), demostró que con trabajo integrado y sostenido, se puede lograr una importante reducción de la presencia de la vinchuca y, por lo tanto, de los contagios.
Un esfuerzo coordinado
El proyecto, que contó con la colaboración de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y su laboratorio de entomología médica, se desarrolló desde junio de 2017 durante 5 años en el municipio de Lagunillas, en coordinación con el Gobierno Autónomo Municipal de Lagunillas, la Subgobernación de la provincia Cordillera, la TCO Alto Parapetí y TCO lupaguasu, y, alcanzó a las comunidades de Tenta Piau, El Tunal, Curupaití, Itaimi, Iviyeca, Tasete, Yapumbia y Yaiti.
TotalEnergies destinó 348 mil bolivianos anualmente al programa y contribuyó a mejorar las condiciones de vida de estas poblaciones, a través del impulso a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, reflejando la visión integral que impulsa su inversión social.
Estrategias efectivas a largo plazo
El trabajo se plasmó en una estrategia piloto basada en la participación comunitaria. Esto permitió identificar y aplicar actividades técnicas y educativas para promover las medidas de control, logrando indicadores muy positivos.
Gracias al proyecto, la infestación de vinchucas en viviendas se redujo drásticamente del 50% al 5%, con 93 viviendas afectadas al principio y solo 14 al concluir. De las ocho comunidades beneficiadas, cuatro quedaron totalmente libres de vinchucas al final del proyecto. Estos insectos se encontraron sólo en las afueras de las viviendas de las otras cuatro comunidades y el interior de los domicilios se mantuvo libre de infestaciones en todas ellas.
Además, entre un 30 y 80 % de viviendas aplicaron las técnicas de control vectorial y en las comunidades en las que hubo mayor compromiso en la participación y vigilancia, se lograron los mayores niveles de éxito.
Durante estos años, que coincidieron con la emergencia sanitaria del Covid-19, se estableció una “caja de herramientas”, que contiene folletos, manuales y otros materiales educativos para compartir en ferias.
En el proceso se desarrollaron encuestas entomológicas, rociado de viviendas, talleres sociológicos y se organizaron ferias educativas en las diferentes unidades escolares.
Al final del proceso de cinco años, se realizó una evaluación general y la entrega de diversos materiales bajo la consigna de “Vivir sin vinchucas”.